El emigrar conlleva a un cambio radical de vida que no se compara a (casi) ninguna otra situación que vivamos. Esto hace que vivamos diferentes duelos asociados a aquello que dejamos atrás. Estos duelos, según Achotegui (1999), son 7:
-la familia y amigos, amigas: a veces también puede ser una pareja.
-la lengua: puede ser otro idioma o las diferentes expresiones de la zona.
-la cultura: conlleva las costumbres, religión, comida, humor…
-la tierra: es decir, los paisajes, el clima, los colores, la luminosidad…
-el estatus social: referido a la vivienda, el tipo de trabajo, el renunciar a una carrera profesional, etc.
-el contacto con el grupo étnico: es decir, la xenofobia, los prejuicios y discriminación.
-los riesgos para la integridad física: indefensión y exposición, sumado a viajes peligrosos, riesgo de expulsión.
Estos duelos, su profundidad, y sus consecuencias psicológicas tendrán bastante que ver con las razones por las cuales decidamos emigrar y también con las condiciones en la que lo hagamos. No será lo mismo emigrar bajo condiciones legales, con dinero ahorrado o con un trabajo ya listo, la experiencia cambiará según la persona y sus recursos, tanto personales como de su situación.
Pero aquí hay una pequeña trampa: ¿queremos realmente pasar por estos duelos?, ¿queremos dejar atrás los elementos de nuestro lugar de origen?
¿Queremos realmente pasar por estos duelos?, ¿queremos dejar atrás los elementos de nuestro lugar de origen?
Como todo en la vida, lo que queremos muchas veces no tiene que ver con lo que se nos dice que deberíamos hacer. Las decisiones que vamos tomando a lo largo de nuestras vidas pueden ir muy cerca de lo que espera la sociedad o súper alejado de las expectativas colectivas.
Tanto dentro de las terapias, en base a mi formación, como también en la vida, siempre intento ampliar “la lista de posibilidades” que existe. Muchas veces nos quedamos con las opciones más evidentes y se nos olvida o, simplemente, no vemos que hay una infinidad de posibilidades además de las típicas que vemos en nuestro camino.
Sobre todo cuando existe una dualidad entre lo que parece correcto o incorrecto, convencional o progresista, tendemos a optar sin pensar mucho en la decisión. Pero la vida no es blanco o negro, por lo tanto, no es necesario optar por una opción radical y “casarse” con ésta.
Entonces aquí hoy les vengo a decir que, decidir por NO integrarse, es una opción y es válida.
Decidir por NO integrarse, es una opción y es válida
La razón detrás de esta decisión tiene que ver bastante con las causas de la inmigración en primer lugar. Va a ser muy diferente nuestra experiencia en el período de adaptación si es que decidimos migrar porque nos gusta conocer diferentes culturas a que si migramos porque no existían oportunidades laborales en nuestro lugar de origen. Esto será aún peor si es que no decidimos migrar y lo tuvimos que hacer por urgencia como por guerras o por salud.
Si es que la razón de emigrar es porque queremos aprender un nuevo idioma o conocer nuevas culturas, será más probable que nos esforcemos por adaptarnos, incluirnos, dejar atrás nuestras costumbres e ir adoptando las nuevas. Es decir, es probable que vivamos uno o más duelos durante el proceso de adaptación. De dejar atrás tu tierra, tus seres queridos, tu idioma, tu comida, tus horarios, tu status, etc. Este duelo, puede ser permanente o transitorio, dependiendo cuánto tiempo queremos quedarnos. Posiblemente, este proceso sea incómodo pero la motivación principal del viaje, lo haga más llevadero.
¿Pero qué pasa si es que te fuiste a un país solo por sus oportunidades laborales y no estás realmente interesada/o en la cultura o idioma? Bueno, en ese caso no integrarse es una opción. Que llegues y busques inmediatamente gente que hable tu idioma, te juntes con otros compatriotas, sigas comiendo tu comida y no busques insertarte en esta nueva cultura con gente tan diferente a ti. Es una opción completamente válida y sana.

Independiente de la decisión que tomes….
Independiente de la decisión que tomes, creo importante generar los recursos para protegerte a ti mismo/a.
Si decides integrarte en una nueva cultura, pon atención al gasto de energía. Es un factor estresante dejar de lado lo que has conocido toda la vida para cambiarlo por algo diferente. Pocas veces somos conscientes de lo mucho que influye la cultura en nosotros, y a veces hasta lo negamos. Por lo que, no nos auto exijamos más de la cuenta, vamos de a poco, y te aseguro, que el gasto de energía será recompensado por la apertura de mente que generará el conocer un lugar con su cultura incluida.
Por otro lado, si decides seguir inmerso o inmersa en la misma cultura que tenías en tu lugar de origen, anda con todo, genera buenas redes de contacto de compatriotas que vivan en este nuevo lugar, participa de los eventos que se organicen, organiza tú también otros, y pon tu energía en preservar esta cultura, aunque sea en un nuevo lugar.
Muchas veces escuché críticas de un lado a otro. Los que se insertan completamente en la cultura, criticando a los que se siguen juntando con personas iguales a ellos/as “¿para qué vienen si están haciendo lo mismo que hacían en casa?”. Y por otro lado, los otros criticando “qué amargados o “vendidos” son estos, que no se quieren juntar con sus compatriotas”.
Y es que finalmente, qué importa lo que piensen otros/as de tu decisión, mientras tú te sientas feliz con tu vida y sientas que es lo más sano. Asimismo, las posibilidades no terminan ahí, también puedes cambiar de opinión en el proceso, viendo lo que se ajusta mejor con tus intereses y con cómo te vas sintiendo, o también puede que hagas una mezcla entre ambos, llegando a un punto medio entre la decisión de integrarse y no.
Mi experiencia personal
Personalmente, dependiendo del lugar en el que me encontraba, creo haber pasado por toda la gama de grises entre estas opciones. Siempre intentando, mantener un equilibrio. Por ejemplo, en Australia, en un momento estaba 100% enfocada en conocer el país y hablar lo mejor posible el inglés, por lo tanto, me juntaba sólo con gente que lo hablara y quería absorber como una esponja todo lo relacionado a la cultura. Pero después de un período, me di cuenta de que algo me faltaba, que ya no me sentía tan cómoda y que ya había aprendido el idioma lo suficiente como para sentirme orgullosa de mí misma. Entonces ahí, me empecé a juntar mucho más con otros latinos, chilenos y chilenas que vivían ahí. Y así, también, ocurrió algo muy lindo, ya que al abrir esta ventanita, conocí a muchos otros/as extranjeros/as de todas partes del mundo, de diferentes continentes, que tampoco estaban tan insertos en la cultura local, y así aprendí muchísimo de ellos también, recibiendo mucho más de lo que esperaba encontrar en un solo país.
Así, en mis próximos viajes fui mucho más flexible conmigo misma, permitiéndome hacer lo que sintiese en el momento. Pero la mayoría de las veces, guardé un equilibrio entre conocer la cultura local y las personas que ahí viven, con mantener amigos y amigas más cercanos a la cultura de mi origen.
Con esto, te invito a abrir tu lista de posibilidades y hacer lo que te haga sentido en el momento que estás viviendo. No permitas que las críticas de gente ajena a tu vida, te haga sentir como que estás haciendo las cosas mejor o peor que nadie. Porque el proceso migratorio es suficientemente complejo como para agregar formas correctas o incorrectas de hacerlo. La forma que decidas, estará bien, y si no, la cambiarás poco a poco hasta encontrar una que se ajuste mejor a ti y tus necesidades.

Me encantaría leerte, y saber qué opinas acerca de este tema 🙂